La conquista de Bali

Pequeño saltamontes balines.

Pequeño saltamontes balinés.

La plácida Ubud dejó de ser plácida. También ha llegado la temporada alta turística a esta zona del mundo y se nota. Cuando se viaja tanto tiempo es prácticamente inevitable encontrarse en algún momento con la temporada alta. Ubud está infestado de turistas, y los precios se han elevado sensiblemente, haciendo tambalear mi ajustado presupuesto. El resto de Bali, igual. Es más, tras volver al hotel en que estuve anteriormente, he tenido que marcharme por falta de disponibilidad, y buscar otra habitación. He estado en cinco habitaciones en cuatro hoteles distintos en siete noches. En estos momentos, los viajeros de fondo, los clásicos mochileros, se diluyen entre la marea de turistas de mayor poder adquisitivo, mayor edad y mayor ritmo de viaje. Es más difícil encontrar a estudiantes, artistas, gente del mundo de la farándula y pillaos varios. En cambio, se encuentra uno con maestros y otra gente de profesiones presuntamente normales, con mayor estabilidad económica, familiar y social (que no psicológica), disfrutando de su periodo anual de vacaciones.

Otra razón por la que el viaje a Indonesia se me está haciendo más difícil son las constantes trabas burocráticas del arbitrario laberinto administrativo indonesio que hacen exasperantemente farragoso el trámite de renovación de mi visado. Tiro la toalla. Desisto de mi renovación y me marcho a otro lugar. Ya que he estado en lugares como Bhaktapur, Jodhpur, Udaipur o Jaipur, para mantener la armonía probablemente buscaré otro lugar que tenga rima consonante con pur, como Singapur o Kuala Lumpur.

En Ubud me he reencontrado con Sabine, que lleva aquí más de tres semanas, y con Samuel y Griselda, la noche anterior a su salida de Indonesia. Con tantos reencuentros, como decía Samuel «así no va a haber manera de encontrarte a ti mismo». La verdad es que no estoy buscándome, ya que si me encuentro a mí mismo, corro el riesgo de caerme mal, y no me apetece nada encontrarme en esa situación. Para rematar la ausencia de soledad, un par de días más tarde apareció Leslie, quien con su frenético ritmo de viaje, quizá haya cambiado ya de continente a estas alturas.

Peleas de gallos

Pese a ser ilegales, o quizá ayudadas por ello, las peleas de gallos son muy populares en Bali. Se cruzan apuestas, a veces elevadas. Casualmente me topé con un lugar donde se celebraban estas peleas, y me quedé un rato mirando. No es que me interesara demasiado, pero era gratis, así que no tenía alternativa. Yo era el único occidental del lugar, así que voy a contar lo que yo creí entender, que no tiene por qué asemejarse a la realidad. Teniendo en cuenta que no soy periodista, no me veo en la obligación moral de ser fiel a la verdad (dicen que también le sucede lo mismo a algún que otro periodista, pero yo no me lo creo). En el lugar en cuestión se reúne un importante grupo de gente, todos hombres. Muchos de ellos portan un gallo, para participar en alguna de las sucesivas peleas. Primero ponen unos gallos frente a otros, por pares, sujetados, por los dueños, para que se encabriten, lo cual se hace evidente a la vista del erizamiento de las plumas del cuello. Después seleccionan dos de ellos para pelear, y los siguen encabritando a la vista de todo el mundo. Se ve algún tímido apostante. Al cabo de un rato en que aparentemente no ha sucedido nada, en que nadie osa apostar, la cosa se empieza a animar. Comienza todo el mundo a gritar a la vez, señalando con el brazo extendido, con o sin billetes en la mano para apostar, y el combate comienza. En cuanto los dueños sueltan a los gallos, se abalanzan el uno contra el otro y el público se arremolina alrededor haciéndose imposible ver nada. Los gallos llevan atada a una de sus patas una afilada hoja de navaja de varios centímetros que refuerza el espolón. Esto convierte el combate en sangriento y fugaz. Si uno de los dos gallos desiste de la pelea, pero sigue con vida (los combates son a muerte), meten a ambos gallos en una jaula donde uno de ellos acaba muerto o herido de muerte. En ese momento se oye un alborozo generalizado por parte de los apostantes vencedores. Los perdedores, tanto los apostantes como los gallos, acaban desplumados.

Desplumando al gallo. En primer plano la navaja que refuerza el espolon.

Desplumando al gallo. En primer plano la navaja que refuerza el espolón.

Bali sometida

Animado por Sabine, me decidí a intentar de nuevo, esta vez con más planificación, subir al Gunung Agung. Salimos a medianoche de Ubud, y llegamos a las cinco de la madrugada a la cima. Para ver el amanecer, claro está. En la cima hacía un frío del carajo, y nos tomamos un par de cafés y un frugal desayuno, que nos entretuvo durante la hora que esperamos la salida del sol. Estoy roto, y percibo que ya no tengo la forma física que tenía hace tan solo dos o tres meses, pero ha valido la pena. Esta vez lo conseguí. He subido los (dicen) 3142 metros del pico más alto de Bali, con vistas a Lombok y a lo poco más que permitieron las nubes. El Gunung Agung ha sido sometido y ya no se ríe de mí. Misión cumplida. Me voy de Bali.

Salut.

En la cima del Gunung Agung: Toma, toma, y toma!

En la cima del Gunung Agung: ¡Toma, toma, y toma!

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2 respuestas to “La conquista de Bali”

  1. Alejandro Says:

    Llamame clasico, pero me gusta mucho mas la postura habitual, a estas extravaganzas que ultimamente intentas en las poses. A no ser que en este caso se tratara de un control de alcoholemia balines del cual desconecemos las tacticas.

    a pasarlo bien.

  2. Dr. J Says:

    Bravo!!!
    Bravo!!!
    Diego, no dejes de escribir los sustitutos de verano (también llamados prostitutos) y los desgraciados que pasan las vacaciones en las capitales te necesitamos.

    Por si acaso no lo sabes, este año la F1 es un poco fulera, ni F. Alonso, «fumaquer» (pq se ha esfumao fiu fiu), participan en el gran premio de valencia. Por ello desde la clínica del Dr. J aconsejamos colocar también cuchillas en los monoplazas, royuuuu Ben-Hur, para animar el cotarro y así la gente que compró entradas no se sienta mil veces estafada.

    Ale un saludo a todos.

    Dr. J

    Pd.: Ecleston me ofreció participar con el Waiki, pero no me dejaba colocar publi de la clínica. Me negué en redondo.

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